lunes, 7 de marzo de 2016

Tu guitarra.

Si así tocas la guitarra… como debes tratar a una mujer.
Me encantaba escuchar a tu rebelde guitarra cantar Gun's & Roses
O cuando aullaba blues.
Me encantaba la manera en la que hacías que cada nota te acariciara el rostro.
Recuerdo los besos de tus baladas, los puños levantados gritando revolución, tus saltos en pijama a lo Angus, tus palabras de amor que se convirtieron en acordes.
Adoraba cuando venías a mi casa, cuando te follabas la música, con tu guitarra.
Decías que era la única. Que jamás podrías amar algo sin cuerdas.
Yo apretaba los libros sobre mi pecho y te decía que yo jamás podría amar algo que no tuviera historias que contar.
La verdad es que eso era lo único que te fallaba, no tenías historias que contar con tu música.
Sólo te la follabas con tu guitarra y no la volvías a llamar.
Dios, como me gustaría ser tu guitarra…
Pero que en vez de follarme, me hicieras el amor y me llamaras al día siguiente, y todos los días.
Porque no, no tengo cuerdas, ni sé cantar, ni aullar, ni sé saltar como Angus.
¿Y qué? Tú no haces magia, ni tienes tu espada, ni vuelas, ni me haces vivir una historia apasionada de amor.
¿Y qué? Me gustas igual.
Pero sigo queriendo ser tu asquerosa guitarra.
Con la que te follas la música.


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